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Severo Ochoa y los Nóbel de medicina

El 15 de Octubre de 1959, hace ahora 59 años, el científico español, Severo Ochoa, obtenía el premio Nóbel de medicina.

53 años antes, el 24 de Octubre de 1906 se comunicaba a Santiago Ramón y Cajal que se le había otorgado el mismo galardón. Dos premios Nóbel de medicina que vamos a descubrir:

Tenemos en España Premios Nobel de Medicina. Dos en concreto, que son Santiago Ramón y Cajal y Severo Ochoa.

El primero de ellos, el aragonés Ramón y Cajal, especialista en histología y anatomía patológica, obtuvo el Nobel por su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso, en el que detalló que está compuesto de neuronas interconectadas pero individuales. Y como sucedió frecuentemente en nuestra tradición histórica, no sólo fue un médico eminente, sino un humanista integral que encabeza lo que Laín Entralgo llamó Generación de Sabios, una generación de científicos del la década de 1880 donde también podríamos inscribir a historiadores como Macelino Menéndez Pelayo o científicos como su discípulo Jorge Francisco Tello.

Años más tarde, el asturiano Severo Ochoa consigue nuestro segundo Nobel por su hallazgo de los mecanismos de la síntesis biológica del ácido ribonucleico (ARN) y el ácido desoxirribonucleico (ADN), aunque también destacan sus trabajos de investigación acerca de los procesos metabólicos de los seres vivos.

Aunque una vez que se desclasificaron las deliberaciones de los Nobel de Medicina hasta 1953 supimos que al menos cuatro españoles más fueron considerados como candidatos. Se trata de Jaume Ferrán y Clua, José Gómez Ocaña, August Pi i Suñer y Pío del Río-Hortega.

Y parece que también quedó a un paso el catalán Josep Trueta i Raspall, cuyo método de tratamiento de heridas de guerra permitió pasar de un 18 % de muertos por gangrena, durante la  I Guerra Mundial, al 0,16 % en la de Vietnam. Su método, desarrollado antes de la aparición de los antibióticos y aplicable a todo tipo de heridas infectadas, logró salvar muchas vidas y evitar la amputación de miembros. Con otros trabajos importantes en su cartera, como el descubrimiento de la doble circulación renal, fue propuesto para el Nobel.

En realidad, la medicina española siempre gozó de un gran prestigio desde la Edad Media, época en que el cordobés Abulcasis fue considerado padre de la cirugía moderna introduciendo técnicas como la sutura con hilo de seda o la creación de muchos instrumentos aún en uso, entre los que se incluye el fórceps. Cordobés como él, y hombre de inquietudes amplias como Cajal, también Averroes tiene un papel reconocido universalmente en la historia de la medicina, aunque su enciclopedia médica fue fundamental en la medicina medieval europea, curiosamente es su papel como comentarista de los filósofos clásicos lo que más haya hecho perdurar su memoria entre los eruditos occidentales, que lo consideran inspirador de las principales figuras del Renacimiento.

También españoles fueron el descubrimiento de la circulación de la sangre por el aragonés Servet, o la distinción entre sangre arterial y venosa del catalán Montaña. Incluso la corona se involucró activamente en las investigaciones médicas de forma temprana, financiando Felipe II la expedición con que Francisco Hernández analiza en 1570 nada menos que 3.000 especies vegetales y sus aplicaciones terapéuticas.