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Vivir en español 🇪🇸

España, como todos los lugares del mundo, es un lugar especial. Un espacio físico marcado por fronteras y una historia que ha hecho de nosotros lo que somos hoy en día. Un conjunto de millones de historias nos ha dado una forma de ser común y que solo somos capaces de identificar con claridad por contraste. Para extrañeza de los que nos ven desde fuera, que lo expresan claramente: somos gente hipersocial, que configura su forma de ver el mundo desde la necesidad de sentir cerca al otro, que reconoce a la persona, que valora mucho su familia y que desde estos valores construye la realidad de su sociedad y su economía.

«¿Podríamos tener los españoles la suerte de vivir en el mejor lugar del mundo?».

Con esta osadísima pregunta comenzamos una charla el 20 de diciembre de 2020 con Ricardo Sanmartín, uno de los antropólogos más reputados de nuestro país, catedrático de Antropología Social en la Universidad Complutense de Madrid y académico numerario de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, especialista en antropología del arte.

Su opinión, siempre interesante y crítica con lo que somos, nos ayudó poner encima de la mesa si hay algo especial entre los españoles que nos pueda hacer sentirnos en paz con nosotros mismos. «Yo veo a España como una micro-Europa, plural: diversas lenguas, pueblos, reinos. La propia diversidad es una característica nuestra».

Así empezó todo. Sus opiniones nos han ayudado a crear las bases de esta reflexión.

Foto de Victoriano Izquierdo

¡¡El HSBC dice que sí, que somos el mejor país del mundo para vivir!! (según lo leas, claro…).
El Hong Kong and Shanghai Banking Corporation, más conocido como HSBC, es una empresa multinacional británica de banca y servicios financieros con sede en Londres (Reino Unido) y es el tercero del mundo por activos. Aunque en su forma más contemporánea fue fundado en Londres en 1991, sus orígenes remotos están en 1865 en Hong Kong, entonces colonia británica, para administrar las ganancias generadas por el tráfico de opio.

Como uno de los grandes jugadores de la economía globalizada, para este banco es una preocupación contar el mundo actual como un lugar único para hacer negocios. Y dentro de esta tarea edita una web que pretende ayudar a los ejecutivos de todo el mundo a elegir lugares donde instalarse. La información la edita en una web, (https://www.expatexplorer.hsbc.com/country-guides/), cuyos contenidos se basan en una encuesta entre expatriados.
Según esta encuesta, estas son los cinco primeros:
1. Suiza
2. Singapur
3. Nueva Zelanda
4. Alemania
5. España

Sorprendente, teniendo en cuenta que España no parece ser un paraíso para los agentes activos de la economía global. Ocupa el número 39 en ranking mundial según la libertad económica. En ese campeonato somos «moderadamente libres». Y entonces, ¿qué pintamos nosotros en ese quinto puesto?
La respuesta es muy sencilla. Vivir no es sinónimo (solo) de triunfar profesionalmente. Para elaborar esta clasificación, el HSBC tiene en cuenta multitud de variables divididas en tres categorías: calidad de vida —la facilidad para adaptarse, la estabilidad política y el bienestar físico y mental—, aspiraciones profesionales —salario y las oportunidades— y calidad para la vida familiar —calidad del sistema educativo y la facilidad de los niños para hacer amigos—.

Lo que sí es una trampa es eso que hemos hecho en el título de declararnos los campeones. Ser quintos no es ser los primeros. Y eso es cierto. Pero la clasificación tiene un truco. En la web hay un selector en el que puedes reordenar el ranking. Si eliges ordenar los países por «mentalidad», subimos al tercer puesto (tras Nueva Zelanda y Canadá). Y si eliges la opción «vivir», ahí sí. Los primeros.

Foto de Zach Rowlandson

EL ESTILO DE VIDA, EL DILEMA DEL ANTROPÓLOGO

Entrevistar a un antropólogo para intentar determinar si existe un modo de vida particular en un país concreto, y más aún para poder determinar si este modo de vida puede interpretarse como un caso de éxito en sí mismo, es hacerle pasar un muy mal trago. Para cualquier antropólogo, es complicado decir que un sitio u otro son sitios mejores o peores. Todo depende.
Lo que sí que es cierto es que hay indicadores de sobra para preguntarse por el estilo de vida español, dado que, desde hace muchos años, parece que los números acompañan: Valencia y Madrid han sido nombradas recientemente las dos ciudades más «sanas» del mundo atendiendo a variables como ratios de obesidad, contaminación atmosférica, acceso a la comida sana, expectativa de vida y horas de sol. Y como este hay muchos indicadores que indican que algo bueno hay aquí.

VIVIR
En nuestra charla con Ricardo buscamos una respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué hay que pueda ser considerado una forma específica de buena vida en España?

España es un país para vivir. Otras cosas no sé si podrán decirse. Pero es un país que genera una escala humana. Y tiene que ver con la forma especial de relacionarse. Reconocer a una persona detrás de su cargo. Saber y reconocer enseguida que alguien es persona. Aquí se disuelve el anonimato . Puede que al final esto nos haga un poco rudos a ojos de los demás, pero es que a nosotros nos gusta ir al grano nos gusta la sinceridad, la autenticidad, la veracidad, reconocimiento del otro, de la persona.

Los españoles no podemos hablar con mucha propiedad sobre lo que es ser español. No es nada extraño. Lo mismo les pasa a los italianos, los franceses y los tanzanos con su cultura. Uno no es consciente de su contexto porque está demasiado ocupado viviéndolo e impactado emocionalmente por él. Para poder estudiar una cultura hay que pasar un proceso que se llama «extrañamiento». Ser capaz de verlo como un marciano que acabase de llegar a la Tierra.
Ricardo Sanmartín es muy consciente y nos decía:

Me es muy difícil concretar con facilidad mi identidad. Sé que existen rasgos. Pero es como cuando le preguntaban a san Agustín qué es el tiempo. «Si no me preguntan qué es el tiempo sí sé lo que es, pero si me lo preguntan ya no sé decirlo». Con ser español me pasa esto. Es algo que se nota más que se sabe. Y es una imagen que no coincide visto desde dentro o visto desde fuera. La identidad se aprecia contrastando y comparando.

Pero parece como que solamente los investigadores foráneos nos dan pistas que nosotros mismos asumimos como válidas, y lo mismo nos pasa con las opiniones de los extranjeros que nos visitan.
Para esto de las opiniones que tienen sobre nosotros, YouTube es una fuente inagotable de recursos. Esta plataforma es la enciclopedia online de nuestro tiempo, pero en formato audiovisual. Una herramienta de incalculable valor para los antropólogos. Entre los miles de millones de vídeos que alberga, podemos encontrar miles de testimonios que nos pueden valer para entender a las personas. En 1966, Jean Rouch y Edgar Morin rodaron el documental Crónica de un verano. Hicieron una captura de opiniones a pie de calle con la intención de descubrir en la propia voz de las personas qué era eso de «la felicidad». Nosotros tenemos la posibilidad de algo similar: podemos ir a la barra de búsqueda y teclear «cosas que me gustan de los españoles» para encontrar testimonios más que suficientes que nos ayuden a tener material para un punto de vista y crear un argumento. Aquí podemos identificar qué hay de especial en lo que dicen que ven en los españoles. He aquí algunos de los testimonios de rusos, estadounidenses, neozelandeses, nicaragüenses o venezolanos que nos pueden ayudar a dar un poco de contexto y entender mejor esto de «cómo nos ven»:


Mi familia Guiri (EE. UU.): «España es comida. Es genial… Yo llevo aquí un año y como como una loca. ¡Y no engordo!».
Meg Grisolano (EE. UU.): «Me fascina una cosa de las tapas. Es el hecho en sí. Tú pides algo de beber y te dan comida gratis. ¿Dónde se ha visto eso?».
Meg Grisolano (EE.UU.):
Siempre hay una hora para cada cosa en España. La hora del vermú, la hora de la siesta, la hora del café… . Lo que más me sorprendió de España es que al segundo día de vivir en mi barrio, el hombre que conducía el autobús que me llevó a casa el día anterior tocó el claxon. Me asusté un poco, porque no había hecho nada mal. Luego supe que era para saludarme.
Mi familia Guiri (EE.UU.): «No sabes lo que es que estén con los niños por la calle a las nueve de la noche y nadie te diga que estás haciendo algo malo. En California estaría siempre preocupada sabiendo que todos piensan que soy una mala madre…».
IberoTips (Nicaragua): «Se empieza tarde a trabajar (10:00) y en el comercio se para a comer de 14:00 a 15:00. Eso es calidad de vida. Los domingos en Sevilla está todo cerrado. Es para el descanso y para la familia. La calidad de vida se nota en España».


Todas estas verdades dichas por quienes nos ven desde fuera nos las explican autores como Elisabeth Nash. Ella es una afamada escritora de guías de viaje sobre España. Ha escrito una sobre Madrid y otra sobre Andalucía que incluye tres ciudades representativas: Sevilla, Córdoba y Granada. En sus libros ha desarrollado una idea específica sobre cómo se siente alguien que llega a España y está el mínimo tiempo para identificarlo. Ella lo llama «la intimidad dentro de una muchedumbre», y con este concepto trata de explicar cómo en España hemos eliminado la necesidad de separarnos mucho entre nosotros, algo que sí es muy característico de otros países (como los anglosajones). Aquí la gente se choca físicamente en las calles, en los bares o en las paradas del autobús. La idea que explica la autora es que los españoles, a diferencia de otras culturas nacionales, buscamos cualquier ocasión para generar un contacto físico espontáneo. En esta realidad, muy nuestra, surgen además un sinfín de nuevas posibilidades que pueden terminar derivando en un saludo, una charla, un consejo, en información para encontrar un lugar especial; un contacto humano, en suma, que nos aporta una calidez permanente. Esta experiencia, que para nosotros es muy usual, «o lo normal en estos casos», que diríamos aquí, es algo que los extranjeros valoran de nosotros como algo único de nuestro carácter espontáneo y solidario.


El contacto extremo ha llegado a algunos autores a decir que los españoles somos «sociocéntricos». Así lo describe el antropólogo Pitt Rivers en un libro recopilatorio titulado Los españoles vistos por los antropólogos (1991, Júcar Universidad). Al igual que para el filósofo existencialista Jean-Paul Sartre los otros son «el infierno», para los españoles los demás son «la vida». El español arquetípico no entiende la vida sin su grupo, ya esté en una tertulia, alrededor de la cama de un moribundo o en una fiesta interminable. ¿Y qué mejor lugar para aprender esta sociabilidad que la propia familia?

Foto: iStock

¿MADRE NO HAY MÁS QUE UNA?
Atendiendo a las nociones que nos apuntaba Ricardo durante la charla, hay una que nos parece clave para entender cómo somos los españoles y para comprender lo que nos es propio, y es el tema de la relación de las personas en España integradas en relación con las familias:

Yo creo que la institución de la familia es una de las más sólidas. Y no sé si la hemos sabido cuidar bien. No sé si los políticos han sabido ver lo importante que es el tema de la conciliación. Eso de que las crisis se salvan en España por la solidaridad entre los miembros de la familia no es algo falso. Sí es cierto que tiene una cara oscura. En Inglaterra los chicos desde siempre han abandonado la casa temprano y quizá de ahí viene lo de la independencia individual y el bienestar económico. Pero la verdad es que la familia, aquí, funciona.

En el capítulo de Pitt-Rivers hay una escena única donde se narra desde el punto de vista de un antropólogo extranjero haciendo trabajo de campo una descripción de lo que ven sus ojos frente a una estampa costumbrista. No es nada más, y nada menos, que una escena típica de una fiesta española. Pero vista en perspectiva guarda un sinfín de significados que nos puede ayudar a comprender y a entender cómo somos gracias a cómo nos miran los ojos de los que nos observan desde fuera. La descripción del antropólogo extranjero nos presenta a una familia española yendo a una especie de capea en las fiestas de un pueblo de Levante en los años 50 del siglo XX.

Hombres de todas las edades corren delante del toro. Desde niños hasta abuelos. Familias enteras participan como espectadores. Entre todos ellos, una niña de unos tres meses, que por su edad no puede entender mucho de los toros, aunque su educación torera ya ha comenzado. Cuando el toro se acerca al burladero, se le enseña por el otro lado a la niña. Toda la familia la ha tenido en sus brazos. Los que más:

Los padres (2).
Los tíos abuelos (2).
Los tíos maternos (2 mujeres y 2 varones).
El tío paterno y su novia (2).
Los abuelos paternos, dueños de la casa familiar (2).
Un matrimonio muy amigo de estos, Andrés y M.ª Jesús (2).
Otro matrimonio, amigos del tío paterno (2).
Amigas solteras de la madre (4).
Total: 22 personas, 9 varones y 13 mujeres. Eran en su mayoría los varones los que sujetaban a la niña para enseñarle al toro.
La niña habrá tenido que aguantar todos los ruidos de la fiesta, cohetes, pasodobles, anuncios por un altavoz, perfumes de distintas señoras, olor a cebolla, cerveza y alcohol. Esta niña ya tiene una experiencia social más completa que otros niños europeos a los tres años. . Si sobrevive a estos traumas infantiles saldrá perfectamente socializada como española 100 %. Tendrá ese afán por la compañía humana. Tendrá ese orgullo de no aguantar ser menospreciada ni un solo instante, pero también una gran paciencia y una capacidad de devoción enorme.

Pero la cuestión en realidad es: ¿cómo de especiales son estos hechos? ¿Nos generan algún bien diferencial? Volvamos a los ejemplos modernos sacados de YouTube y veamos cómo lo percibe, por ejemplo, Ustini, una chica rusa que cuenta su experiencia Erasmus en Valencia.

Estoy enamorada de la cultura española. Para mí es particularmente importante la actitud hacia la familia, absolutamente distinta a la rusa. Yo en España aprendí lo que es ser familia. En la facultad siempre me habían dicho que la familia para los españoles está en el centro, pero hasta que no lo vi no lo entendí. Los españoles no son conscientes de lo que se reúnen con sus familias.
Mi compañero de piso quedaba todos los domingos con su familia. Yo no podía saber cuántas personas se juntaban. En Rusia eso no pasa. Un día estaba hablando con un amigo y haciendo planes para el fin de semana. Y me dijo que el domingo no iba a poder, porque iba a quedar con toda su familia. Todos, los padres, los primos. Pero lo que me llamó la atención es que no había causa que lo justificara. No era el cumpleaños de nadie, ni el Año Nuevo, ni nada. ¿Reunirnos para vernos? Nosotros eso nos lo hacemos. Nos juntamos muy pocos y, desde luego, con una buena causa.
Y luego está lo de celebrar el santo. Que… yo creo que eso la gente lo hace solo para verse. Cuando ves eso, te impresiona. Eso tiene que ver con la conexión de las personas. La necesidad constante de hacer cosas especiales para ellos: hacerse regalos, cocinar, verse y charlar. Esas conexiones son muy fuertes. Y tienen que ver con el trato y los cuidados. Incluso conmigo, cuando iba de invitada. Es algo mágico. Cuando lo has experimentado, quieres más y más…

La pauta familiar, además, se expande más allá de la consideración clásica de familia que distingue entre la biológica o la familia de referencia, y en nuestros días llega hasta la experiencia de recrearse la familia con otras personas que uno elige para esta relación. Los círculos de amigos, que se vuelven más estables y no desaparecen, se consolidan con la ayuda mutua y terminan generando en la actualidad referencias de apoyo que a veces son más fuertes que las que se tienen con la propia familia consanguínea. En España se generan formas específicas de ser amigos que se institucionalizan con mucha fuerza y acompañan a los individuos a lo largo de la vida: las cuadrillas en el norte, las hermandades sevillanas, las orquestas valencianas, los amigos del colegio o los de la mili… no dejan de ser formas de hipersocialización que empujan a las personas y las fijan a su lugar.
En palabras de Ricardo en nuestra entrevista, y recordando su libro Valores culturales (Comares, 1991):

con esta actitud los españoles respondemos a la agresividad de la vida, al drama de estar solos frente al mundo. ¿Qué hacemos con tanto vernos y reunirnos la familia solo por reunirnos y vernos? Montamos un recurrente «repaso» a la vida, la nuestra, la tuya y la de los vecinos… Hablamos, hablamos, discutimos… Algo crucial debe estar en el fondo de tanto reunirnos con la familia. ¿Para qué? Yo creo que recomponemos nuestra frágil identidad progresivamente puesta en cuestión por la experiencia de la vida… y necesitamos recomponerla, volver al origen, al hogar, a la patria más chica de todas… Una mochila que a veces nos lastra, pero que nos permite vivir en nuestro valor favorito, que es la igualdad.

Pero, entonces…, este carácter, ¿se detiene aquí? Pues diríamos claramente que no. La familia y los iguales definen también la economía del país.

Foto: Unsplash – San Fermín

LA ECONOMÍA FAMILIAR
Tal y como nos apuntaba Ricardo durante la charla cuando hablábamos sobre las formas de economía en España:

En España se ha creado una forma especial de organizar la sociedad desde la solidaridad. Viene de ese reconocimiento de la persona e, históricamente, de soportar una cierta desigualdad que ha dado como resultado una resistencia generalizada a trabajar en un sistema de jerarquías. De «aguantar al jefe». Pero sí que existe una solidaridad eficaz. Una especie de experiencia de democracia que ha costado escalar. Que está muy basada en la tradición, el rigor, austeridad y la sobriedad. Y que ha generado experiencias de vida comunitaria que cristalizan desde el éxito de la gestión de los trasplantes de órganos a las comunidades de regantes en un país más bien seco.

Esta filosofía a la hora de abordar los proyectos siempre ha llamado la atención de los antropólogos, especialmente de los extranjeros. En una reciente entrevista de Antonio Medeiros (antropólogo portugués) a William Christian (americano afincado desde hace años en España), al preguntarle por el carácter de los españoles, decía lo siguiente:

Creo que la idea de igualdad es una idea básica en la sociedad española, debe de venir de muy atrás… Bueno, al menos era así en Tudanca, el primer lugar que conocí bien de España, pero me parece que es así en general… La norma es que todos son iguales, ¿no? En Tudanca (Cantabria) funcionaba entre los hombres en el Concejo Abierto, ahí cualquier hombre podía imponer el veto a la decisión de los demás… Esa idea está presente en muchos ámbitos, se aplica en cada grupo de trabajo, entre colegas en el trabajo, entre funcionarios… (Arxiu d’Etnografia de Catalunya, n.o 20, 2019, 253-289).

La idea de que hay una forma a la española de hacer funcionar las cosas está muy presente en muchos análisis. Una especie de sociedad democrática básica que funciona a nivel de pequeñas comunidades. Que se basa en redes solidarias, en grupos de personas a las que se pone cara y ojos, y que hacen que las cosas funcionen porque hay un trato personal humano y frecuente de contacto estrecho. Y casi siempre con intereses compartidos que los benefician a todos. Esto hace que esa forma española de ser como personas, familias y grupos de iguales tenga también una expresión específica en cuestiones relacionadas con la economía. Algunas realidades sobre la forma española de resolver problemas se concretan a continuación.

Las empresas familiares
Un dato para entender este modelo que nace desde abajo: en España, el 89 % de las empresas son familiares, un total de 1,1 millones (según el Instituto de Empresa Familiar), que crea el 67 % del empleo privado. En Galicia, este tipo de empresas son el 96 %, y en Castilla la Mancha el 94 %. Además, estas empresas son más eficientes tolerando la crisis (tienen una tasa de cierre un 15 % menor). No es de extrañar que algunas de las experiencias de grandes empresas españolas que se han convertido en referentes multinacionales, tal es el caso de Banco de Santander, o el propio Inditex, se hayan creado de inicio sobre estos mismos principios de la empresa familiar.

Foto: Wikimedia

El Tribunal de las Aguas de Valencia
Una sólida tradición que ejemplifica lo que somos son las antiguas costumbres que aún guardamos en muchos pueblos en formato de instituciones jurídicas, algunas de las cuales son ejemplos de solidaridad, como los montes o pinares comunales, las dehesas boyales, las comunidades de pescadores… Y también el Tribunal de las Aguas de Valencia, que es un curioso ejemplo que nos comenta Ricardo, quien lo conoce bien gracias a su trabajo de campo y es una buena muestra de este espíritu. Este tribunal es una institución informal, basada en la oralidad, que tiene más de mil años de antigüedad. Surgido de la costumbre y la autogestión, en nuestros días sigue funcionando de igual forma. Cada jueves, la comunidad de regentes expone públicamente sus disputas y estas se resuelven de una forma imparcial por consenso. Y gracias a esta forma colectiva de la gestión de los recursos, en este caso el agua, que no es un bien ilimitado en la zona, se ha podido durante todos estos siglos asegurar el riego de 17 000 hectáreas a través de un complejo sistema de acequias. Es, además, por lo sabido, la institución jurídica más antigua de Europa, y se entronca con tribunales primitivos de la época romana. Como institución, ha resistido a todos los modelos políticos que se han dado en España desde la Edad Media, que nunca han cuestionado la particular eficiencia de la institución a la hora de crear seguridad para los regantes.
Se trata de una forma especial de concebir la economía como algo compartido por la comunidad, que nos implica a todos, y que se repite desde siempre en todas las regiones y en todas las industrias: en las cooperativas agrícolas de frutales en Andalucía y en Aragón, en la explotación del vino en la Rioja y la Ribera del Duero o en la de la madera en Galicia y en Soria…


El hospital de campaña de IFEMA
Un ejemplo más moderno y de nuestros días de estos casos de éxito nuestro basado en la cooperación y el intercambio de conocimientos en beneficio de todos puede ser el caso del hospital creado en IFEMA como consecuencia de la COVID-19.
Entre las 17:00 del 20 de marzo de 2020 y las 22:00 horas del día siguiente se obró el milagro de poner en marcha un hospital de campaña para la atención de 200 enfermos de COVID-19, con más de 500 camas habilitadas para dar servicios de cuidados intensivos. Los profesionales médicos ya habían aplicado soluciones extremas en entornos de máxima dificultad, puesto que tenían experiencias previas exitosas gestionando catástrofes fuera de España, en lugares como Haití y Filipinas. Por eso, a la hora de tener que hacer un plan de contingencia en suelo propio, la experiencia ayuda. Cuando se comentan las claves detrás del éxito, Fernando Prados, su máximo responsable médico, alude a que…
cuando tienes más necesidades de las posibilidades tienes de actuar, tienes que contar con todos. Esto se ha hecho en el hospital de IFEMA, también conocido como «el hospital milagro». Todos han participado en lo que han podido y han querido. A todo el mundo que ha venido a trabajar se le ha abierto la puerta, generando las condiciones en las que se tenía que trabajar. Eso sí, requiere de una coordinación, ya que no puede ir cada uno por su cuenta. Eso tiene también su dificultad. El haber conseguido que todos pudieran tener espacio para aportar todo su potencial es la clave de cualquier éxito.

Las cooperativas de Mondragón
Otro ejemplo puede ser el del cooperativismo vasco surgido en Mondragón, más conectado con la economía, y que es un modelo muy peculiar en una zona de tradición industrial. Todo lo ocurrido en la posguerra y la industrialización posterior dio lugar en el País Vasco a un modelo específico de organización que ha sido estudiado como un caso de éxito en muchas escuelas de negocio. Se trata del modelo cooperativista de Mondragón, una organización comunitaria que parte de la creación de escuelas y pasa por la generación de talleres profesionales para llegar a una pujante realidad industrial que ha dado como resultado un éxito económico sostenido durante décadas.
Todo empezó con la creación de una escuela profesional que abasteciese de profesionales industriales cualificados a las empresas de la zona. Esto permitió expandir la educación experta que hasta entonces había estado vedada a ciertas capas de la población de la comarca. A partir de 1956 se empezaron a gestar dentro las primeras iniciativas empresariales propias, apoyadas financieramente por su propia institución bancaria (la Caja Laboral), que además posibilitaría el ahorro familiar de muchas familias de la zona. Fagor, Eroski o Laboral Kutxa, apoyando innumerables industrias locales, se han basado desde siempre en la figura del cooperativista-propietario de las empresas.
La propuesta de Mondragón está basada en principios de equidad, autoorganización y pertenencia, muy vinculadas, además, con la cultura del lugar. Según su propia memoria, declara que esta cooperativa fue fundada «por y para las personas». En la actualidad, pese a que no es su época más boyante, da cobertura a 150 empresas y da empleo a más de 150 000 personas. Y, además, muchas de las marcas que pertenecen a este modelo gozan de una buena reputación en su sector.
Esta forma de trabajar es muy propia en el espacio de nuestra cultura.

CRECER
Quizá seamos un gigante agazapado que no termina de despertar y creer en su potencial…, o quizá no. Solo el tiempo lo dirá. Pero lo que sí podemos hacer es empezar a aprovechar algunos de los rasgos positivos que se han destacado anteriormente. Así, de este modo nuestro que destaca por estar enganchados al contacto con los otros, estructurados alrededor de nuestras familias y siendo expertos natos en el desarrollo de proyectos basados en las redes solidarias de pequeña escala, podemos tener un punto de partida. De alguna manera, este es el prisma desde el que nos comportamos y desde el que juzgamos el mundo. Con estos mimbres construimos nuestra casa. Y cuando vienen de fuera, la mostramos con orgullo. Así que, si cambiamos la perspectiva, si nos vemos como los demás nos ven, no nos queda más remedio que querernos más a nosotros mismos.
Si sabemos escuchar con calma a quien nos mira y nos entiende bien, podremos encontrar un lugar en el que empezar a entendernos de otra forma. Quizá estaría bien sentarse y pensar: ¿cómo puede crecer España?, ¿cuál puede ser su lugar en el mundo? Quizá la respuesta está en esas comidas de domingo con tu familia que sabes que no te vas a perder. Y aún no lo sabías.

Ricardo Sanmartín, antropólogo

Ricardo Sanmartín Arce
Catedrático de Antropología Social en la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado en CC. Económicas y Derecho en la Universidad de Deusto y Social Anthropology en el King’s College de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Académico numerario en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Enseñó en las universidades de Deusto y Valencia. Director de la Revista de Antropología Social de 1992 a 2001. Autor de numerosos libros y estudios.

Entrevista y artículo realizados por: Enrique García Pérez y David del Amo

Enrique García Pérez es doctor en Antropología por la Universidad Complutense y experto en antropología audiovisual, además de directivo del IMA (Instituto Madrileño de Antropología). 

David del Amo es licenciado en Comunicación Audiovisual y candidato a doctor en Antropología Económica. Ambos son fundadores de El Viaje de Walker, un estudio que ayuda a las empresas a conectar sus negocios con las personas. Su trabajo se ha basado en el sabio parecer del profesor Ricardo Sanmartín, catedrático de la Universidad Complutense, que amablemente accedió a ser entrevistado y cuyos comentarios ayudaron a perfilar el contenido de esta pieza.

Este artículo forma parte del libro Hispanotropía y el efecto von Bismarck de 1785 | Impulsa España.


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