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31 de Enero, Día de los Tercios Españoles

El 31 de Enero se quiere establecer como la fecha internacional de recuerdo y homenaje de los Tercios españoles, las que fueron las mejores unidades militares del mundo durante casi 150 años entre el siglo XVI y finales del XVII.

Para los europeos de su tiempo no hubo sombra de duda: durante más de ciento cincuenta años, entre 1534 y finales del siglo XVII, los tercios españoles fueron las mejores unidades militares del mundo.

Tres siglos después de su desaparición, todavía los especialistas de hoy comparan los tercios de infantería española con las legiones romanas. Armadas con un arrojo incuestionable y una lealtad absoluta hacia su rey, los tercios fueron las grandes unidades de infantería, generalmente española, de los ejércitos españoles. Eran solo un porcentaje pequeño de los ejércitos multinacionales de los Austrias, pero encarnaban su núcleo duro, la herramienta decisiva que forjaba las victorias de los ejércitos españoles.

Qué eran los Tercios:

Los Tercios Españoles eran una perfecta combinación de las distintas unidades militares de la época, formadas por veteranos soldados y, la mayoría de las veces, por buenos oficiales. Además, no se trataba de simples mercenarios a sueldo, eran hombres de honor, leales a su rey y unidos por una fervorosa fe católica. Todo esto motivaba a las tropas en el campo de batalla, lo que unido a sus victorias les creó una gran reputación en toda Europa. 

Marco histórico

En un tiempo en que España necesitaba defender sus territorios europeos con soldados fiables, los soldados de los Tercios demostraron de lo que era capaz un militar resuelto y experimentado. Así, con la Cruz de Borgoña a sus espaldas, espada y una daga en su cinto, estas unidades se labraron una reputación que, todavía hoy, les hace contar con un lugar privilegiado en la Historia.

El nacimiento del Tercio

Los primeros Tercios, fueron los de Nápoles, Sicilia y Lombardía. Para poner una fecha aproximada a la creación oficial de los Tercios es necesario retroceder en el tiempo hasta el SXVI, momento en que cogió las riendas de España Carlos I (V de Alemania). Nieto de los Reyes Católicos, a este monarca se le planteó la difícil tarea de mantener los territorios que había heredado en Milán, Nápoles y Sicilia.

Con Francia presionando para arrebatar estas regiones a Carlos I, el monarca reorganizó la infantería española que había en estas comarcas italianas. Así, nacieron los tres primeros Tercios: el de Nápoles, el de Sicilia, y el de Lombardía. Estas pioneras unidades tuvieron desde entonces el honor de ser conocidas como «Tercios viejos» que pronto demostraron su eficacia militar y administrativa.

La táctica perfecta

El paso del tiempo garantizó la creación de nuevos Tercios y el perfeccionamiento de las técnicas de combate que se tomaron del ejército suizo. «Luchaban combinando de forma muy eficaz las armas blancas (picas, espadas) y las de fuego (arcabuces, mosquetes), llegando al punto de crear toda una leyenda entre los enemigos de las Españas como tropas invencibles desde comienzos del siglo XVI hasta mediados del XVII. Los Tercios utilizaban tácticas muy innovadoras para la época. Su movilidad en el campo de batalla y su capacidad para adaptarse a cualquier situación no tenía parangón entre sus rivales y todavía se les considera como uno de los mejores ejércitos de todos los tiempos»,

La pica, el arma básica

Si por algo se hicieron famosos los Tercios fue por su arma básica, la pica, una extensa lanza de entre cuatro y seis metros con la que se detenía el avance de la caballería y se atacaba a los soldados enemigos que combatían a pie. De ahí viene el origen de la famosa frase “poner un pica en flandes”.

Orgullo de pertenencia

Todos los soldados estaban orgullosos de pertenecer al Tercio y poder luchar por su rey. «El soldado de los Tercios era admirado y temido. Y lo sabía. También eran engreídos y pendencieros y a la menor ocasión solían echar mano del acero para “aclarar” sus diferencias. En esto también eran muy respetados en toda Europa, la “destreza española” con la espada y la daga de mano izquierda era bien conocida»

 Un ejército sin uniforme

En cuanto a la vestimenta, los Tercios no se caracterizaron en su primera etapa por contar con un uniforme concreto. Una de las pocas distinciones que llevaban los soldados para diferenciarse del enemigo era una pequeña banda roja en el brazo, color que también solían utilizar los piqueros para forrar el asta de sus armas. Este atuendo se mantuvo aproximadamente hasta el SXVII, momento en el que se reglamentó un color para las casacas de algunos Tercios.

Por qué el 31 de Enero: la batalla de Gembloux

La batalla de Gembloux tuvo lugar el 31 de enero de 1578 entre el ejército de los Países Bajos y las tropas de la corona española en el marco de la Guerra de Flandes, también conocida como Guerra de los 80 años, el momento más comprometido para los intereses hispánicos en Flandes.

Alejandro Farnesio –sobrino de Don Juan de Austria y también combatiente en Lepanto– guió un ejército de 6.000 soldados de élite en dirección a Flandes. En total, las fuerzas hispánicas sumaban 17.000 hombres, lo cual inspiró cierto temor en los rebeldes, que comenzaron a pedir ayuda a Francia, Inglaterra, Alemania. Pero era tarde, la maquinaria de los tercios ya estaba en marcha.

Un ejército reclutado a toda prisa por los Estados Generales de los Países Bajos se amparó en su superioridad numérica, 25.000 hombres, para dirigirse a Namur, donde Don Juan de Austria había regresado acompañado por los 17.000 soldados.

La confrontación comenzó con una escaramuza encabezada por Octavio Gonzaga, otro de los hombres de confianza de Don Juan de Austria, a la cabeza de 2.000 soldados con el fin de entretener al grueso del ejército enemigo con la sorpresa de hacer retroceder la línea enemiga con tan pocos efectivos.

A ello siguió una serie de repetidas cargas seleccionadas quirúrgicamente por Alejandro Farnesio que pusieron en fuga a la caballería rebelde, superior en efectivos pero no en experiencia. En su desordenada huida, la caballería se estrelló con la infantería española que permanecía encajonada a su espalda que terminó de culminar la victoria de los Tercios españoles. En su desesperada fuga, unos en dirección a Bruselas y otros hacia la fortificación de Gembloux, se produjeron la mayoría de las bajas enemigas: más de 10.000 entre bajas y hombres capturados. Como demostración de la enorme distancia que separaba a ambos ejércitos, la mejor infantería de su tiempo, la española, solo contó una veintena de bajas en aquella jornada.

Conclusión:

Los Tercios fueron durante casi dos siglos el referente militar de la Monarquía Católica, sólo el 8% de su ejército, pero el núcleo insustituible que resolvía las batallas y daba las victorias. Y eso es mucho para una nación bastante despoblada que en aquellos siglos se impuso al mundo y mantuvo en paz América, un continente entero, cuando más, con menos de 4.000 soldados. Los Tercios fueron un prodigio de eficacia organizativa al que desde aquí rendimos homenaje a las que fueron las mejores unidades militares del mundo durante casi 150 años.

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